En el Congreso de Abades de 2024, el Abad Primado Jeremias Schröder OSB presentó un taller titulado Hermanos como superiores: aplicación del rescripto papal, ofreciendo una visión general del largo y a menudo incierto camino que llevó al decreto de 2022, que permite la elección o el nombramiento de monjes no ordenados para cargos mayores dentro de la Confederación Benedictina.

La cuestión está presente desde al menos 1966, cuando el Congreso de Abades afirmó que la vida monástica no debía definirse estrictamente en términos clericales o laicos — una visión arraigada en la tradición benedictina misma. Pese a este reconocimiento temprano, los progresos fueron escasos. Aunque Vita Consecrata (1996) prometió un estudio sobre los derechos de los religiosos no ordenados, no se produjeron resultados concretos. Una votación en el Congreso de 2000 apoyó un acceso más amplio de los hermanos a los cargos de gobierno, pero la petición posterior no prosperó.

La cuestión resurgió gracias a los esfuerzos de la Unión de Superiores Generales (USG) entre 2016 y 2020, impulsados en gran parte por las familias franciscanas. Estos intentos cristalizaron en una nueva estrategia: solicitar un privilegio papal. En 2021, el Abad Primado Gregory Polan OSB y Richard Yeo OSB elaboraron y presentaron una petición formal al papa Francisco, junto con otras grandes familias religiosas. La solicitud subrayaba el carisma monástico original, la creciente clericalización del liderazgo y las crecientes dificultades para encontrar candidatos ordenados aptos para el cargo abacial.

El 18 de mayo de 2022, un rescripto del papa Francisco autorizó al Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (DIVCSA) a conceder dispensas caso por caso del requisito de ordenación sacerdotal para superiores mayores. Aunque el decreto no concede un permiso general, abre la puerta: las comunidades pueden ahora solicitar la confirmación de elecciones o nombramientos de hermanos para cargos de gobierno.

La práctica, sin embargo, sigue en desarrollo. El taller destacó dos ejemplos recientes. En El Rosal, un monasterio de la Congregación de Ottilien en Colombia, el Hermano Santiago fue postulado y confirmado mediante un proceso rápido y claro con la Santa Sede. En cambio, la experiencia en Saint Anselm’s de Manchester (New Hampshire) fue más compleja: la postulación fue seguida por una espera de 45 días para la autorización, durante los cuales el proceso electoral quedó en pausa. Tras la aprobación, la comunidad completó el capítulo y el Hermano Isaac aceptó su elección como abad.

Estos casos plantean preguntas abiertas, especialmente en lo que respecta a las funciones sacramentales reservadas a los clérigos. En respuesta, la Congregación de Ottilien emitió un decreto que especifica cómo deben delegarse estas responsabilidades — normalmente en el prior o subprior, o, si es necesario, en el abad presidente.

El taller concluyó con una discusión abierta. Persisten interrogantes sobre el rito y los símbolos asociados a los abades no ordenados — en particular el uso del anillo, el báculo y la mitra — y sobre cómo elaborar un rito de bendición adecuado. Sigue sin decidirse si conviene adaptar el rito existente para abadesas o elaborar uno nuevo.

Aun así, este rescripto marca un punto de inflexión. Aunque no resuelve cada detalle, señala una atención renovada al espíritu original de la vida monástica. En palabras del Abad Primado Jeremias, el camino continúa — pero ahora sobre un terreno más firme.