Abad Mamerto Menapace OSB
24 de enero de 1942 – 6 de junio de 2025

El viernes 6 de junio de 2025, falleció el abad Mamerto Menapace OSB en el Monasterio Benedictino de Los Toldos (Provincia de Buenos Aires). El abad Mamerto era monje de la Abadía de Santa María de Los Toldos, donde había ingresado como joven oblato a la edad de diez años. Tenía 83 años, con 65 años de profesión monástica y 58 años como sacerdote. Sirvió como Prior Conventual de su monasterio desde septiembre de 1974 y más tarde como Abad durante doce años, desde junio de 1980 hasta mayo de 1992. Desde 1995 hasta 2022, fue Abad Presidente de la Congregación Cono-Sur.

El abad Mamerto fue una presencia guía para los fieles de la Iglesia Argentina. Todos, sin excepción, conocían sus historias y reflexiones, que ayudaron a hacer presente la ternura y el amor de un Jesús misericordioso y cercano que llama y espera. Sus textos fueron utilizados a menudo en retiros y encuentros de la Iglesia; los escritos de este “cura gaucho” se convirtieron en parte del paisaje eclesial. A través de la silenciosa y fructífera reflexión de la lectio divina, y a través de sus meditaciones sobre la naturaleza y las acciones de la gente común, reflejó la presencia permanente de Dios que camina el camino junto a cada uno de sus hijos. Durante varios años, cada sábado ofreció una columna en el programa Claves para un mundo mejor, transmitido en YouTube. En su última grabación, realizada pocos días antes de su muerte, y sin que la mayoría de la gente se diera cuenta, este “amigo de todos” ya se estaba despidiendo y pidiendo una oración. Sencillez, vida cotidiana, amistad con Dios, humor y profunda alegría — estas fueron algunas de las cualidades encontradas en sus escritos, siempre dirigidos al corazón. Hoy, las redes sociales están llenas de historias personales con Mamerto como protagonista, porque fue ese toque suave al alma que mostró, enseñó, guio y acompañó los viajes de fe de innumerables personas que buscaban un encuentro más profundo con Jesús y la vida espiritual.

Los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina dieron gracias a Dios por el testimonio y la vida de este monje. “Su sabiduría espiritual, expresada a través de historias y cuentos en los que entrelazaba la profundidad del Evangelio con las expresiones sencillas de nuestro pueblo, permitió a muchos hermanos y hermanas conocer y profundizar en la nueva vida que brota de la fe”, escribieron en su mensaje.